Barrionuevo salió de casa el 1 de marzo de este año, aunque ya tenía todo preparado desde enero. "Mamá, me voy a Pekín", avisó. El pasado 19 de julio llegó a un control policial de acceso a la capital china. Atrás quedaban las pedaladas por España, Francia, Italia, Grecia, Turquía, Georgia, Azerbaián y Kazajistán, el país anterior a su objetivo final.
En Italia rodó 1.153 km, casi como en Turquía. En Kazajistán, 1.623; y en China, la teórica etapa final, 5.020. "Y un solo pinchazo, el tercer día rodando por China", explica Barrionuevo, que celebró el éxito de la expedición con una botella de vino blanco chino de 56 grados.
El madrileño (32 años), monitor de golf en excedencia y un apasionado del deporte (es licenciado en INEF), procuró llevar muy poco peso, "unos 40 kilos en total", y renunció al GPS. "No me gusta, prefiero preguntarle a la gente. Ya tengo brújula y, además, siempre tengo que ir hacia donde sale el sol", bromeaba. No era su primer viaje de alforjas; desde luego, sí el más extenso.
Barrionuevo recuerda una de las muchísimas anécdotas vividas en su travesía: "Entro en una panadería y me dicen que pruebe unas rosquillas fritas; me preguntan hacia donde voy, le cuento toda la historia y me las regalaron. Anda, que faltan te van a hacer, me dijeron. También algún momento triste, como la pérdida de un familiar.
De su llegada a Pekín, recuerda: "Fue increíble rodar por carril bici 120 kilómetros antes de llegar a la ciudad y poder entra hasta el centro por el carril en una ciudad de 18 millones de habitantes". De algún modo, él se ha convertido en el primer abanderado de la representación española en Pekín y, ahora, será un espectador más.
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